Juanma Lanau vive en Zaragoza, pero tiene raíces en el pequeño pueblo oscense de Los Molinos. Con la ayuda de Petra Jebens, profesional especializada en la bioconstrucción, transformó un pajar abandonado en las lindes del pueblo en una casa rural acogedora, que sirve de base desde donde explorar la cultura y naturaleza del alto pirineo aragonés.
Jebens hizo un diseño que incorporaba algunas de sus teorías sobre la forma ideal de edificaciones; que no todas las paredes deben ser cuadradas. En la Casa Tabierna, dormí bajo vigas de madera en un cuarto curvado que daba a una linda terraza con panorámica sobre campos y montañas.
Juanma se encargó del interiorismo, creando una atmósfera íntima y cómoda; particularmente en la cocina, esmeradamente equipada para preparar comidas elaboradas, y en los baños donde emplearon picos y boldas de cerámica artesanal. La casa cuenta con lavadora, televisor y detalles de menaje que dan al huésped la sensación de tener su propia casa de campo. Alquilada como casa completa, la Casa Tabierna ofrece acomodación para cuatro personas en las dos habitaciones en la planta de arriba y otras dos, en el sofá cama en el salón.
Para los que desean la opción de comer fuera, el pequeño pueblo de Los Molinos les brinda una sorpresa muy grata: el restaurante Los Molinos, donde se puede comer lo mejor de la zona con toques catalanes, en la terraza con vistas de las montañas cuando el tiempo lo permite, o cerca de la chimenea del comedor en invierno.
Desde la casa, se pueden hacer excursiones al monasterio de San Victorián, a la Ermita de la Espelunga y a la Peña Montañesa, entre otras. A corta distancia de Los Molinos, está el pueblo medieval de Aínsa, cruce de caminos entre los Pirineos y el Somontano, con el castillo, su Plaza Mayor rodeada de arcos, y su conjunto arquitectónico monumental que da cabida a múltiples talleres de artesanía, restaurantes y museo etnológico.
La torre campanario de la iglesia románica, de Santa María sirve de atalaya, desde donde se puede contemplar la confluencia de los ríos Cinca y Ara, el embalse de Mediano, la Peña Montañesa y una amplia panorámica de todo el territorio.
La casa Tabierna está enclavada entre los parques nacionales de Ordesa – Monte Perdido y Posets – Maladeta. A destacar la cercanía del impresionante valle del Cañón de Añisclo, recorrido por el río Bellos entre paredes monumentales y abundante vegetación. De él, pasamos fácilmente hasta los valles de Vió, Nerín y Fanlo, enclaves prinvilegiados para la práctica de barranquismo camino de Ordesa. Asimismo, nos encontramos cerca del valle de Tella y la Garganta de Escuaín.
Los parques forman el último refugio de muchas aves, entre ellos quebrantahuesos, alimoches, milanos negros y reales, halcones peregrinos, cernícalos, águilas reales y perdiceras. Por sus abundantes aguas habitan también truchas, barbos, cangrejos de río, tritones del Pirineo, ranas y vegetación fluvial de montaña. Un 50% de la zona es área protegida, hecho que ha favorecido al desarrollo de un turismo suave y sostenible que ha sido clave en la revitalización de numerosos pueblos, casi abandonados.
Durante una visita con los arquitectos Petra Jebens y Alfred Zirkel, Petra me comentó que la arquitectura aragonesa ha sido ecológica «desde siempre». Solamente hay que amonizar la tradición con la modernidad, durante los 16 que ha vivido en Huesca, ha construido docenas de casas utilizando criterios bioclimáticos. La Casa Tabierna es un buen ejemplo del tipo de esta iniciativa, que reúne parte de la arquitectura tradicional aragonesa con el desarrollo sostenible de un tipo de turismo respetuoso con el medioambiente y no agresivo, en unos núcleos que difícilmente pueden seguir subsistiendo de otra manera.